martes, 30 de agosto de 2011

EL VELORIO, SANTA MARTA,EL SALVADOR


Acompaño a  "la Erundina" al velorio de una su comadre, “A esa familia le tocó duro, porque hace dos meses se murió la hija y ahora la señora que llevaba no sé cuanto tiempo en cama ya solo con puros dolores”.
Llegamos a la casita que está en otra colonia, a un ratito caminando y al cruzar el portón, ya  noche, con una linternita, , el primer grupo de gente arrimada en el primer tramo del corredor de la casa, solo los, y las, jóvenes, después el grupo de hombres, divididos en dos categorías, más cerca  de la puerta,  sentados, los sobrios, al fondo del patio, los borrachos.
Y en la entrada a la casa-cuarto que no pasa de cuatro paredes, un ventanuco y una puerta pequeña , dentro y fuera ocupando cada rincón, las mujeres, sentadas en sillas de plástico de terraza, rezando y cantando las misericordias del señor, delante de un ataud abierto exponiendo a la viejita.
Agarro una silla y discretamente me siento en un lado del corredor con una buena panorámica de todo el acto, si no  fuera por la bombillita de 10 voltios y la cafetera que hay encima de la mesa, me atrevería decir que estamos en el siglo 19, la casa es de bahareque, o adove con caña, de tejas y el suelo apelmazado con un peso,  los grupos separados por sexo y condición, las ropas de hombres y mujeres pasan por cualquier foto desde principios del siglo pasado, los cánticos suenan metiéndome en un estado de estupor donde todo pasa como en una película de Buñuel, ahora un vasito de plástico con café para todos, y unos guacalitos (barreños muy pequeños) con pan dulce que se van rellenando según la gente va comiendo. Y come más el que pasa hambre con normalidad, y los vecinos con remesas comen menos, y las mujeres de los bolos se mueren de la pena, y las bien casadas lucen marido e hijos.
Y sigue llegando la gente, y yo ausente en mi película.
Me interrunpen… la Carlita y la Jessi, hijas de Lola, y Leo, resulta que era su abuela y yo quedé muy cumplida, y Tulio, Idalma, Peter, Lila, Sandra… y la gente de cada día de mis días, en este velorio en el que tarde un rato en darme cuenta que yo era parte del reparto, y no una espectadora.

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