martes, 30 de agosto de 2011

NAVIDAD EN SANTA MARTA, EL SALVADOR




Desde la una del medio día se empiezan a hacer tamales, mientras un grupo de la parroquia, representando un portal viviente pasean por la comunidad cantando villancicos, son las Pastorelas.
No entendí bien el orden, pero a eso de las siete de la tarde, algunas familias se quedan en sus casas para recibir a otras familias que salen a la calle e invitarles a café y tamales, marquesotes y quesadillas.
En lagunas casas hay música y se puede entrar y echar un baile, aunque la mayoría de la gente que entra se sienta y mira.
Por todas partes hay borrachos, sobre todo los de quince años, porque los mayores beben en las casas de los amigos.
Los que no van muy bolos (alcoholizados) se juntan en la canchita, los de la universidad y los del bachillerato donde hay un par de altavoces y animando está Manuel, el de Radio Victoria, el es el encargado de las cumbias y cumbiones de Navidad (letras de villancicos con música salvadoreña)
A las doce en punta, hora en punto, en la que están convencidos nació el Niño Jesús, se abrazan y se felicitan. Tiran cohetes y petardos como locos, con mucha intensidad durante media hora y pausadamente a lo largo de la noche…
…en casa de Erun, me tomo el primer café y desconociendo las costumbres voy hasta casa de Toñito y Jonás a felicitarles la Navidad, que me miran extrañados, pero la fama de extranjera permite estas excentricidades.
Salimos luego ala casa de Chila y Pati, donde como tamales y un café más en la cocina. Después al corredor de Leti que tiene música, y llego tarde porque ya no está Chave, ni Maribel ni Camilo. Un café más. Bailo un rato con los niños, hasta que inevitablemente se cae uno y se acaba el juego. Llegan un par de chavales muy borrachos y me cortan el punto, aunque parece no afectar a nadie más.
De salida una cerveza, primera y última de la noche, Teque el guapo y el baile en la canchita, al que también llego tarde y ya no está la mitad de mis amigos. Pero unos cuantos bailes de esos villancicos rumberos no me los quita nadie.
Termino la noche en casa de Toñito con una hoguera, estamos cinco tranquilamente, con la luna casi llena y mirando el fuego con una buena pipa. A las doce menos tres minutos, el cielo se llena de cohetes, luces amarillas y silvadoras. Y en las casas de los ricos las hay blancas y de colores.
FELIZ NAVIDAD.

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